Resulta sumamente curioso comprobar cómo el mundo de la moda puede ser tan voluble y cambiante; lo que ayer era tendencia hoy puede estar completamente demodé y ser desterrado al fondo de nuestro armario, mientras otras prendas pueden convertirse inesperadamente en centro de atención e inspiración de diseñadores y firmas de primera línea. Precisamente a causa de esa volubilidad es bueno no deshacernos demasiado pronto de aquello que se considera pasado de moda, porque nunca sabemos cuándo volverá a hacer furor.

Un caso que resulta especialmente llamativo es el de las botas safari, un tipo de calzado que lleva fabricándose durante siglos y que en los últimos años podemos ver de nuevo vistiendo a las más populares modelos en las portadas de revistas de mayor renombre.
Para entender por qué resulta tan sorprendente esta nueva tendencia debemos remontarnos a los orígenes de este tipo de zapato y repasar brevemente su historia. Este tipo de bota comenzó a fabricarse en el siglo XVII y eran muy utilizadas para el trabajo en el campo gracias a su resistencia. Cualquiera puede darse cuenta de que su origen no es demasiado glamuroso, y así dan de de ello los diferentes nombres que se han otorgado a lo largo de los años a este tipo de botas: Pisacacas, pisamierdas o carapijos son algunos de los más comunes, y ninguno de ellos invita a pensar que hablamos de un material apto para desfilar por las pasarelas de moda más importantes.
La bota safari o pisacacas es un zapato alto, con un cuello que sujeta la parte inferior del tobillo y que tradicionalmente se fabrica en serraje (lo que popularmente se conoce como “piel vuelta”). Por su versatilidad y resistencia, en las últimas décadas han resultado más populares entre los niños que entre los adultos, ya que hablamos de un calzado cómodo, barato y capaz de aguantar las peripecias de los más pequeños. El haberse convertido en uno de los productos más populares entre la gama de zapatos para niños ha provocado también la aparición de nuevas variantes sobre la bota safari tradicional, como es por ejemplo la fabricación de pisamierdas con cierre de velcro frente al tradicional cierre de cordones para que resulten más cómodas para los niños.
La evolución de los modelos no se ha quedado sólo en el cierre, sino que su popularización como calzado infantil ha posibilitado que poco a poco vayan apareciendo más variedad de colores. Tanto es así que además de los colores marrón y camel, que eran los más comunes para estas botas, poco a poco han ido apareciendo pisamierdas de colores mucho más atrevidos, como rojos o morados. Actualmente se fabrican y se distribuyen botas safari en una gama de hasta diez colores, como puede verse en esta web.
Esta diversificación de modelos y colores ha provocado que los pisacacas se hayan transformado en los últimos años de ser un tipo de calzado “de batalla” a convertirse en un artículo de moda de mujer apto para una infinidad de ocasiones. Ya no hablamos de unos zapatos para vestir únicamente con vaqueros azules, sino que podemos idear un montón de combinaciones. Nada como unas pisamierdas de color rosa junto con unos shorts para resaltar la belleza de unas piernas esbeltas y bien torneadas. Las más atrevidas pueden incluso probarlas con un look más informal, como es poniendo un toque de color acompañando a una falda o vestido cortos, o bien combinadas con unos leggings.
Como véis, lo que antes eran unos zapatos “para ir al campo” o para poner a los niños, se han convertido en un artículo innovador que puede vestir toda la familia. Además, son adecuadas tanto para otoño-invierno como para primavera, lo cual nos ofrece una buena opción para esas ocasiones en que no sabéis qué calzado poneros. ¿Las habéis probado?